La peregrinación es guiada por el párroco haciendo una procesión donde domina el fervor y la parte teatral queda relegada. Alrededor de la gran plaza de Acatzingo se escenifican las caídas de Cristo, una a una, ofrecen oportunidad al párroco para pronunciar un sermón. La adoración de Cristo y la solidaridad con los pobres y necesitados dominan el discurso. Simultáneamente, una feria con juegos mecánicos, tiro al blanco, globos, tómbola, venta de elotes, frituras, molotes, aguas frescas, juguetes y piratería se lleva a cabo. Nada excepcional para retratar, pero de pronto, aparecen los guardias pretorianos...
1 comentario:
Maestro Soto: Te felicito por darle un rostro a México (o parte de el )a través de captar su vida cotidiana y sus costumbres. Me gustó ver el contraste entre lo mexicano (hombre con bigote) y lo romano.
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